lunes, 15 de diciembre de 2014

La tumba de Nefertiti, XIX dinastía, entre los años 1307-1196 a.C.


La tumba de Nefertiti, esposa de Ramsés II, en el Valle de las Reinas, es uno de los hallazgos más famosos e importares de la arqueología, aunque nos vamos a detener en las pinturas que adornaban las paredes.

El arte del antiguo Egipto se concebía como un arte para la eternidad, por lo que la temática se centraba en la muerte y en la vida posterior a ella. De hecho las construcciones para los vivos (como casas, comercios, incluso palacios...) se hacían en adobe, por lo que apenas queda ninguna clase de restos. Pero en cambio, los templos, las tumbas y las principales esculturas son de piedra, y las obras pictóricas están sobre paredes de piedra, porque lo que interesaba era aquello que existiría eternamente, la vida del alma y los dioses.

La pintura de la tumba de Nefertiti está dedicada para la vida del más allá de la esposa de faraón, no tiene una función decorativa, sino que está destinada a ser contemplada por el difunto. Cumple las normas de la pintura egipcia: es naturalista y realista, las representaciones están pensadas para ser lo más reconocibles posible; se caracteriza por la frontalidad (las imágenes están preparadas para ser vista de frente, todo se coloca en un mismo plano paralelo al observador) y la carencia de perspectiva y profundidad. Además todas las figuras eran estáticas y respetaban la geometría y simetría. Por todas estas causas la pintura egipcia en ocasiones llega a ser algo surrealista, de forma que nos encontramos con representaciones imposibles, como personas con el cuerpo de frente pero la cabeza y las piernas de perfil.

La tumba de Nefertiti, al igual que el resto de edificios, manifiesta el horror vacui en sus muros, tanto, que parece que la arquitectura llega a ser una mera excusa para pintar, e incluso los jeroglíficos (la escritura) pasan a formar parte del arte y la decoración. La gran mayoría de las imágenes son simbólicas y están sujetas a reglas fijas ya que son la principal forma de culto (además de representar acciones cotidianas se representaban también divinidades). A Nefertiti se la representa, por ejemplo, vestida con una túnica de lino blanco (el blanco era el color típico para la ropa) y realizando acciones y gestos propios de la nobleza. A Osiris se le representa con un tocado blanco (que señala la soberanía del Alto Egipto) y la piel de color verde (que representa la vegetación y la vida; Osiris es representado de color verde porque él resucitó de entre los muertos, es el dios que representa la vida), mientras que a Anubis se le representa como un chacal (como responsable de la momificación, protector de los muertos y juez que decide quiénes son dignos de la vida eterna). Y a Horus se le representa como hombre con cabeza de halcón, con el disco solar sobre su cabeza.


Los pintores comenzaban a pintar las zonas superiores de las tumbas mientras se seguían excavando las más profundas. Se realizaban pinturas murales mediante la técnica del fresco: las paredes se cubrían de arcilla o barro y paja y luego se preparaba con una capa de yeso sobre la que se aplicaban los colores antes de que se secase. Los colores que se utilizaban eran rudimentarios: el rojo procedía del óxido de hierro, el blanco de la calcita, el azul y el verde  se extraían de minerales recalentados y el negro del carbón. En la tumba de Nefertiti podemos encontrar ejemplos de la utilización y simbología de los colores en el Antiguo Egipto. Así, aparte de los ya mencionados, los hombres siempre están representados con la piel roja, el color del desierto, mientras que a las mujeres se las representa de amarillo, el color del sol y del oro. El negro se reserva para los cabellos y ojos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Basílica de San Marcos en Venecia



La basílica comenzó a construirse en el siglo XI, por lo que pertenece al arte medieval. Pero a pesar de las mezclas y fusiones de estilos que la caracterizan, pertenece al arte Bizantino, estilo artístico que nace en la Edad Antigua.

El arte bizantino se divide en tres Edades de Oro, la primera es la de mayor esplendor, protagonizada por el emperador Justiniano. La basílica de San Marcos pertenece a la Segunda Edad de Oro, (siglos IX-XII). La ciudad de Venecia se incorporó al Imperio Bizantino buscando protección de los francos en el año 887. Bajo el dominio bizantino, la ciudad portuaria se convirtió en la principal ciudad comercial del Imperio, llegando a controlar el comercio marítimo de Bizancio.

En el año 832 se construyó un santuario dedicado a San Marcos, patrón de Venecia, para guardar sus reliquias, pero esta ardió. En el año 1063 se comenzó a construir la que conocemos hoy, inspirada en los modelos de la basílica de los Santos Apóstoles, Santa Sofía y Santa Irene. Esta basílica es un gran ejemplo de arquitectura bizantina, dado que se utilizaron elementos y habitáculos típicos del arte bizantino y elementos nuevos característicos de la Segunda Edad de Oro.

San Marcos tiene una planta central de cruz griega, con una cúpula sobre cada nave. La entrada está en la zona occidental, da a la Plaza de San Marcos, y la cabecera se orienta hacia el este.

Siguiendo las bases del arte bizantino, el elemento sustentado principal son las cúpulas y las bóvedas de cañón. Las cinco cúpulas de San Marcos se sitúan coronando los brazos de la cruz, cada cúpula esta sustentada por cuatro pilares conectados por arcos de medio punto, sostenidos por columnas. La planta de cruz griega permite que el peso de la cúpula grande caiga hacia los lados y escalona las fuerzas de presión. Estas cúpulas se sitúan sobre pechinas, (triángulos cóncavos al interior convexos al exterior, y permiten la transición de un espacio cuadrado a uno redondo), elemento introducido en la arquitectura por los bizantinos.


Tres de los brazos de la basílica tienen una nave transversal, un nartex, (recubierto de mármol policromado y mosaicos y coronado con seis pequeñas cúpulas), que modifican la planta central. Pero el brazo oriental consta de una cabecera semicircular, y está delimitado por el iconostasio, (coronado por las estatuas de los doce Apóstoles, San Juan y la Virgen), que separa el transepto del presbiterio. El interior de la basílica se dividía en dos niveles, la planta superior se denominada matroneum, destinado a las mujeres y decorado con columnas y arcos, las cuales han desaparecido.

El interior de la basílica está iluminado por las linternas de las cúpulas. La decoración interior es un gran ejemplo de decoración bizantina, dado que el elemento principal es el mosaico típicos bizantino, por lo que predominan los fondos dorados. Las cúpulas por dentro, las bóvedas y las paredes están recubiertas por mosaicos, (opus tesselatum), de resplandecientes teselas de vidrio polícromo y oro, llegando a recubrir 8.000 metros cuadrados. En la entrada se representan escenas del Nuevo Testamento, en los muros hay escenas de las vidas de santos, en el atrio escenas del Génesis y el Éxodo y encontramos la Cúpula de los Profetas, la Cúpula de la Ascensión y la Cúpula de Pentecostés. Donde no hay mosaicos, la piedra está revestida con valiosos mármoles de colores.

La decoración exterior se hizo con alabastro y mármol, con mosaicos en los lunetos, (bovedillas en forma de media luna abiertas en la bóveda principal para permitir la entrada de luz), arcadas bizantinas y columnas con distinta ornamentación, dependiendo de la época en la que se añadieran al templo.
La fachada de la basílica tiene cinco pórticos de acceso con arcos de medio punto, decorados con mosaicos que representan el traslado del cuerpo de san Marcos, de los cuales el central es el más grande, y las cinco arcadas superiores están rematadas con agujas y volutas. Las puertas están hechas de bronce bizantino.


Augusto de Prima Porta


Esta escultura representa al emperador Octavio Augusto, datada en el siglo I y encontrada en 1868 en Prima Porta, donde Livia, esposa de Augusto, tuvo una finca.

Se trata de una escultura de bulto redondo, una estatua realizada en mármol, posiblemente una copia de otra realizada en bronce hacia el año 20 a.C., encargada por Livia tras la muerte de su esposo. Actualmente se encuentra en los Museos Vaticanos.

Durante el periodo del Alto Imperio, (del siglo I al III), se dio un auge político y artístico, los emperadores, engrandecieron Roma e impulsaron las conquistas. El arte adquirió una función propagandística y pragmática, las obras ensalzaban la figura del emperador, de forma realista e identificable, pero a la vez influido por lo heleno. 

El Augusto de Prima Porta es un gran ejemplo del arte romano del Alto Imperio, ya que representa al emperador ensalzándolo. Se trata de una imago thoracata, se representa al emperador como militar. Se le representa como jefe del ejército, llevando el paludamentum, (manto de los comandantes militares), y la coraza adelanta con relieves, en el momento de la arenga a las tropas, por eso tiene la mano izquierda levantada, en señal de estar dirigiéndose a una multitud. La estatua estaba policromada, los colores se han perdido y sólo quedan restos de colores.

La figura también es un ejemplo de la influencia de los modelos griegos porque recuerda al Doríforo de Policleto. Al igual que la escultura griega, se encuentra en posición de reposo, (el peso se apoya sobre la pierna izquierda), es armónico y simétrico, está bien trabajado y los ropajes bien representados, además de estar idealizado. Idealiza al emperador, su edad es indefinida y su cuerpo es perfecto, (se marca su musculatura a través de la coraza). Se utiliza la técnica de los paños mojados, nacida en Grecia, para resaltar la musculatura de la figura a través de la coraza.

Además la escultura cumple la función propagandística el arte romano, y le representa divinizado. Por ejemplo, podemos observar que el emperador está descalzo, (en el mundo clásico los dioses siempre se representaban descalzos), y junto a su pierna derecha se encuentra Cupido sobre un delfín, ( así se justifica su descendencia divina, de Rómulo y Remo y por lo tanto de Venus). En esta representación del emperador se unifican religión y poder político, justificando su posición y poder. La coraza es un signo de poder imperial y en ella se representan temas mitológicos y dioses que ensalzan al emperador, al pueblo romano, la Legión romana, conmemoran  las victorias de Augusto, o representan la fertilidad, la abundancia...