La tumba de Nefertiti, esposa de Ramsés II, en el Valle de las Reinas, es uno de los hallazgos más famosos e importares de la arqueología, aunque nos vamos a detener en las pinturas que adornaban las paredes.
El arte del antiguo Egipto se concebía como un arte para la eternidad, por lo que la temática se centraba en la muerte y en la vida posterior a ella. De hecho las construcciones para los vivos (como casas, comercios, incluso palacios...) se hacían en adobe, por lo que apenas queda ninguna clase de restos. Pero en cambio, los templos, las tumbas y las principales esculturas son de piedra, y las obras pictóricas están sobre paredes de piedra, porque lo que interesaba era aquello que existiría eternamente, la vida del alma y los dioses.
La pintura de la tumba de Nefertiti está dedicada para la vida del más allá de la esposa de faraón, no tiene una función decorativa, sino que está destinada a ser contemplada por el difunto. Cumple las normas de la pintura egipcia: es naturalista y realista, las representaciones están pensadas para ser lo más reconocibles posible; se caracteriza por la frontalidad (las imágenes están preparadas para ser vista de frente, todo se coloca en un mismo plano paralelo al observador) y la carencia de perspectiva y profundidad. Además todas las figuras eran estáticas y respetaban la geometría y simetría. Por todas estas causas la pintura egipcia en ocasiones llega a ser algo surrealista, de forma que nos encontramos con representaciones imposibles, como personas con el cuerpo de frente pero la cabeza y las piernas de perfil.
Los pintores comenzaban a pintar las zonas superiores de las tumbas mientras se seguían excavando las más profundas. Se realizaban pinturas murales mediante la técnica del fresco: las paredes se cubrían de arcilla o barro y paja y luego se preparaba con una capa de yeso sobre la que se aplicaban los colores antes de que se secase. Los colores que se utilizaban eran rudimentarios: el rojo procedía del óxido de hierro, el blanco de la calcita, el azul y el verde se extraían de minerales recalentados y el negro del carbón. En la tumba de Nefertiti podemos encontrar ejemplos de la utilización y simbología de los colores en el Antiguo Egipto. Así, aparte de los ya mencionados, los hombres siempre están representados con la piel roja, el color del desierto, mientras que a las mujeres se las representa de amarillo, el color del sol y del oro. El negro se reserva para los cabellos y ojos.