He querido seleccionar esta imagen porque al ser propia del último período artístico del mundo griego, muestra una maduración de todas las características presentes en la escultura griega. Lo más llamativo de esta escultura es que encierra la característica fundamental del arte griego; se trata de una expresión bella en sí, sin un otro fin que el de ser contemplada por el espectador. Mientras que en otros períodos artísticos es imposible concebir una obra artística desligada de una finalidad ya sea para el culto, para transmitir un mensaje, para hacer perdurar la realidad humana, la genialidad e importancia del arte griego reside en que introduce la búsqueda de la belleza por la belleza. Al ser esta la aportación al arte más emblemática del mundo griego, he querido escoger una obra escultórica puesto que por su función representa perfectamente esta propiedad.

El segundo triunfo de la escultura griega reside en la conquista de la tridimensionalidad. Observando figuras de períodos anteriores podemos observar una paulatina evolución de las posiciones hacia el plano de la profundidad. En un principio la escultura era absolutamente frontal, bidimensional, ya que la información sobre cómo era la escultura se podía obtener desde un único punto de vista. Las líneas que definían las posiciones de las estatuas se movían en el plano de la altura y la anchura y más adelante al llegar al período helenístico (y en esta escultura concretamente), la posición de las figuras juega en las tres dimensiones de anchura, altura y profundidad.
Por otro lado, esta estatua presenta una maduración en otros aspectos como en el detallismo, en la representación naturalista de la posición del niño y de su cuerpo, en el alejamiento del cubismo y del hieratismo, en la expresividad del rostro y de la postura y aunque en este caso sigue vigente una representación idealista y serena de la realidad, en otros ejemplos de la escultura helenística podemos observar el reflejo de lo más dramático y feo de la vida. Esta última evolución esconde una evolución más profunda, y es la evolución de lo racional a lo más humano. Se dejan a un lado los principios de serenidad y equilibrio para introducir la propia realidad del hombre la cual no siempre es ideal.
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