miércoles, 18 de febrero de 2015

La Duda de santo Tomás

Este relieve está situado en uno de los machones (pilares) del claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos. Pertenece al arte Románico del siglo XII.


En él podemos ver representada la escena del Evangelio que narra cómo Cristo se aparece a los Apóstoles tras haber resucitado, y deja que santo Tomás, que no creía que hubiera resucitado, le meta el dedo en las heridas. Es una temática narrativa, religiosa y didáctica. Además, está cargada de simbolismo, muy propio de las representaciones románicas, ya que los demás apóstoles, once, están representados detrás de Cristo, dando a entender que son los bienaventurados, pues creyeron en Cristo y pasan al Reino de los Cielos, mientras que santo Tomás tiene que meter el dedo en las llagas de Cristo y a través de Él llega a la salvación. Por eso está pasando por debajo del brazo de Cristo, una representación simbólica que lo identifica con una puerta. 
Las figuras no están individualizadas, los apóstoles son todos iguales, sólo se identifica a santo Tomás por la acción que lleva a cabo y a Cristo por el simbolismo y por la proporción jerárquica de las figuras, ya que es mayor que los apóstoles. Las figuras son orientalizantes, alargadas y curvas, con los pies de lado, como las figuras de los mosaicos bizantinos, son hieráticas y tienden a la frontalidad. La representación no es muy naturalista, sino esquemática e intenta dar sensación de profundidad yuxtaponiendo las figuras (están unas sobre otras en lugar de taparse unas a otras). A pesar de no haber mucho detalle los pliegues de las ropas las barbas y los rostros están trabajados y las caras reflejan expresividad. La escultura va evolucionando y las representaciones pasan de una carencia absoluta de fondo a los primeros intentos de esbozar un marco escultórico, como se ve en la parte superior de este panel, donde hay una arquitectura fingida formada por un arco que enmarca la escena y detrás de él dos torres y figuras más pequeñas, aunque sin representar la profundidad. Es un paisaje yuxtapuesto, situado encima de la escena, pero no hay paisaje detrás de las figuras. 
Una característica del arte Románico es el desconocimiento generalizado de los autores. La importancia de las obras residía en su contenido: el simbolismo era más importante que la forma, el autor carecía así de importancia y las obras no se solían firmar o incluso se llevaban a cabo por varios maestros, por lo que no sabemos quién fue el autor de este relieve.
Alrededor de la escena también encontramos otros elementos típicos de la decoración románica, como es el taqueado jaqués (decoración con forma de ajedrezado), que encontramos encima del panel de la Duda de Santo Tomás; o el capitel con forma de panel de abeja situado a la derecha del machón. 

El Patio de los Leones

El Patio de los Leones pertenece a la Alhambra de Granada, que se construyó durante el periodo del Arte Nazarí, en el siglo XIV. 
Las obras arquitectónicas del arte musulmán no se caracterizan por el deseo de su permanencia en el tiempo; al contrario, se reutilizaban elementos de otras construcciones o se utilizaban materiales pobres, como ladrillo, yeso o escayola en lugar de piedra, para poder construir a la máxima velocidad posible. La riqueza de este arte radica en su decoración, y en especial la del arte Nazarí es muy rica, dado que es un símbolo de la prosperidad económica y cultural de la ciudad de Granada. 
El Patio de los leones es un patio porticado en forma de cruz que distribuye las diferentes estancias del palacio. Podemos encontrar elementos característicos de todo el arte hispanomusulmán, como es la utilización de la decoración epigráfica (versos del Corán) y ataurique (elementos vegetales), dado que la religión islámica es iconoclasta y no permite la representación de figuras humanas. Además también podemos apreciar el horror vacui de las paredes, en los pilares entre los arcos y los capiteles de las columnas.


Los arcos que se utilizan son muy variados. Algunos tienen mucha luz y son y de medio punto, otros son muy estrechos y tienen un gran peralte (el arco no arranca desde el capitel de las columnas, sino que está elevado) y otros tienen decoración de mocárabes propios del arte nazarí (elementos decorativos que imitan estalactitas con formas geométricas) y arcos festoneados, con muchos y pequeños polilóbulos en el intradós, (parte interior del arco). Las columnas también tiene la forma típica nazarí: son muy finas, tienen varios collarinos en la parte superior, los capiteles tienen forma cúbica con decoraciones epigráficas y están dispuestas de una en una y de dos en dos, (geminadas). Encima de los arcos hay una decoración de rombos con los lados polilobulados, que recuerdan los paños de sebka que se encuentran en las construcciones almohades.


Las cubiertas son planas y están formadas por vigas de madera a dos aguas, recubiertas de tejas hacia el exterior. 
Las paredes de detrás del pórtico también tienen la decoración típica nazarí. La parte superior del muro está recubierta de estuco (una pasta de mármol y cal), con decoración de ataurique, epigráfica y de lacería (con elementos geométricos). Y la parte inferior esta recubierta de cerámica vidriada mediante la técnica del alicatado, con decoración de lacería y formas poligonales. 
En el centro del patio encontramos las famosa fuente circular rodeada de doce leones de mármol. 

lunes, 15 de diciembre de 2014

La tumba de Nefertiti, XIX dinastía, entre los años 1307-1196 a.C.


La tumba de Nefertiti, esposa de Ramsés II, en el Valle de las Reinas, es uno de los hallazgos más famosos e importares de la arqueología, aunque nos vamos a detener en las pinturas que adornaban las paredes.

El arte del antiguo Egipto se concebía como un arte para la eternidad, por lo que la temática se centraba en la muerte y en la vida posterior a ella. De hecho las construcciones para los vivos (como casas, comercios, incluso palacios...) se hacían en adobe, por lo que apenas queda ninguna clase de restos. Pero en cambio, los templos, las tumbas y las principales esculturas son de piedra, y las obras pictóricas están sobre paredes de piedra, porque lo que interesaba era aquello que existiría eternamente, la vida del alma y los dioses.

La pintura de la tumba de Nefertiti está dedicada para la vida del más allá de la esposa de faraón, no tiene una función decorativa, sino que está destinada a ser contemplada por el difunto. Cumple las normas de la pintura egipcia: es naturalista y realista, las representaciones están pensadas para ser lo más reconocibles posible; se caracteriza por la frontalidad (las imágenes están preparadas para ser vista de frente, todo se coloca en un mismo plano paralelo al observador) y la carencia de perspectiva y profundidad. Además todas las figuras eran estáticas y respetaban la geometría y simetría. Por todas estas causas la pintura egipcia en ocasiones llega a ser algo surrealista, de forma que nos encontramos con representaciones imposibles, como personas con el cuerpo de frente pero la cabeza y las piernas de perfil.

La tumba de Nefertiti, al igual que el resto de edificios, manifiesta el horror vacui en sus muros, tanto, que parece que la arquitectura llega a ser una mera excusa para pintar, e incluso los jeroglíficos (la escritura) pasan a formar parte del arte y la decoración. La gran mayoría de las imágenes son simbólicas y están sujetas a reglas fijas ya que son la principal forma de culto (además de representar acciones cotidianas se representaban también divinidades). A Nefertiti se la representa, por ejemplo, vestida con una túnica de lino blanco (el blanco era el color típico para la ropa) y realizando acciones y gestos propios de la nobleza. A Osiris se le representa con un tocado blanco (que señala la soberanía del Alto Egipto) y la piel de color verde (que representa la vegetación y la vida; Osiris es representado de color verde porque él resucitó de entre los muertos, es el dios que representa la vida), mientras que a Anubis se le representa como un chacal (como responsable de la momificación, protector de los muertos y juez que decide quiénes son dignos de la vida eterna). Y a Horus se le representa como hombre con cabeza de halcón, con el disco solar sobre su cabeza.


Los pintores comenzaban a pintar las zonas superiores de las tumbas mientras se seguían excavando las más profundas. Se realizaban pinturas murales mediante la técnica del fresco: las paredes se cubrían de arcilla o barro y paja y luego se preparaba con una capa de yeso sobre la que se aplicaban los colores antes de que se secase. Los colores que se utilizaban eran rudimentarios: el rojo procedía del óxido de hierro, el blanco de la calcita, el azul y el verde  se extraían de minerales recalentados y el negro del carbón. En la tumba de Nefertiti podemos encontrar ejemplos de la utilización y simbología de los colores en el Antiguo Egipto. Así, aparte de los ya mencionados, los hombres siempre están representados con la piel roja, el color del desierto, mientras que a las mujeres se las representa de amarillo, el color del sol y del oro. El negro se reserva para los cabellos y ojos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Basílica de San Marcos en Venecia



La basílica comenzó a construirse en el siglo XI, por lo que pertenece al arte medieval. Pero a pesar de las mezclas y fusiones de estilos que la caracterizan, pertenece al arte Bizantino, estilo artístico que nace en la Edad Antigua.

El arte bizantino se divide en tres Edades de Oro, la primera es la de mayor esplendor, protagonizada por el emperador Justiniano. La basílica de San Marcos pertenece a la Segunda Edad de Oro, (siglos IX-XII). La ciudad de Venecia se incorporó al Imperio Bizantino buscando protección de los francos en el año 887. Bajo el dominio bizantino, la ciudad portuaria se convirtió en la principal ciudad comercial del Imperio, llegando a controlar el comercio marítimo de Bizancio.

En el año 832 se construyó un santuario dedicado a San Marcos, patrón de Venecia, para guardar sus reliquias, pero esta ardió. En el año 1063 se comenzó a construir la que conocemos hoy, inspirada en los modelos de la basílica de los Santos Apóstoles, Santa Sofía y Santa Irene. Esta basílica es un gran ejemplo de arquitectura bizantina, dado que se utilizaron elementos y habitáculos típicos del arte bizantino y elementos nuevos característicos de la Segunda Edad de Oro.

San Marcos tiene una planta central de cruz griega, con una cúpula sobre cada nave. La entrada está en la zona occidental, da a la Plaza de San Marcos, y la cabecera se orienta hacia el este.

Siguiendo las bases del arte bizantino, el elemento sustentado principal son las cúpulas y las bóvedas de cañón. Las cinco cúpulas de San Marcos se sitúan coronando los brazos de la cruz, cada cúpula esta sustentada por cuatro pilares conectados por arcos de medio punto, sostenidos por columnas. La planta de cruz griega permite que el peso de la cúpula grande caiga hacia los lados y escalona las fuerzas de presión. Estas cúpulas se sitúan sobre pechinas, (triángulos cóncavos al interior convexos al exterior, y permiten la transición de un espacio cuadrado a uno redondo), elemento introducido en la arquitectura por los bizantinos.


Tres de los brazos de la basílica tienen una nave transversal, un nartex, (recubierto de mármol policromado y mosaicos y coronado con seis pequeñas cúpulas), que modifican la planta central. Pero el brazo oriental consta de una cabecera semicircular, y está delimitado por el iconostasio, (coronado por las estatuas de los doce Apóstoles, San Juan y la Virgen), que separa el transepto del presbiterio. El interior de la basílica se dividía en dos niveles, la planta superior se denominada matroneum, destinado a las mujeres y decorado con columnas y arcos, las cuales han desaparecido.

El interior de la basílica está iluminado por las linternas de las cúpulas. La decoración interior es un gran ejemplo de decoración bizantina, dado que el elemento principal es el mosaico típicos bizantino, por lo que predominan los fondos dorados. Las cúpulas por dentro, las bóvedas y las paredes están recubiertas por mosaicos, (opus tesselatum), de resplandecientes teselas de vidrio polícromo y oro, llegando a recubrir 8.000 metros cuadrados. En la entrada se representan escenas del Nuevo Testamento, en los muros hay escenas de las vidas de santos, en el atrio escenas del Génesis y el Éxodo y encontramos la Cúpula de los Profetas, la Cúpula de la Ascensión y la Cúpula de Pentecostés. Donde no hay mosaicos, la piedra está revestida con valiosos mármoles de colores.

La decoración exterior se hizo con alabastro y mármol, con mosaicos en los lunetos, (bovedillas en forma de media luna abiertas en la bóveda principal para permitir la entrada de luz), arcadas bizantinas y columnas con distinta ornamentación, dependiendo de la época en la que se añadieran al templo.
La fachada de la basílica tiene cinco pórticos de acceso con arcos de medio punto, decorados con mosaicos que representan el traslado del cuerpo de san Marcos, de los cuales el central es el más grande, y las cinco arcadas superiores están rematadas con agujas y volutas. Las puertas están hechas de bronce bizantino.


Augusto de Prima Porta


Esta escultura representa al emperador Octavio Augusto, datada en el siglo I y encontrada en 1868 en Prima Porta, donde Livia, esposa de Augusto, tuvo una finca.

Se trata de una escultura de bulto redondo, una estatua realizada en mármol, posiblemente una copia de otra realizada en bronce hacia el año 20 a.C., encargada por Livia tras la muerte de su esposo. Actualmente se encuentra en los Museos Vaticanos.

Durante el periodo del Alto Imperio, (del siglo I al III), se dio un auge político y artístico, los emperadores, engrandecieron Roma e impulsaron las conquistas. El arte adquirió una función propagandística y pragmática, las obras ensalzaban la figura del emperador, de forma realista e identificable, pero a la vez influido por lo heleno. 

El Augusto de Prima Porta es un gran ejemplo del arte romano del Alto Imperio, ya que representa al emperador ensalzándolo. Se trata de una imago thoracata, se representa al emperador como militar. Se le representa como jefe del ejército, llevando el paludamentum, (manto de los comandantes militares), y la coraza adelanta con relieves, en el momento de la arenga a las tropas, por eso tiene la mano izquierda levantada, en señal de estar dirigiéndose a una multitud. La estatua estaba policromada, los colores se han perdido y sólo quedan restos de colores.

La figura también es un ejemplo de la influencia de los modelos griegos porque recuerda al Doríforo de Policleto. Al igual que la escultura griega, se encuentra en posición de reposo, (el peso se apoya sobre la pierna izquierda), es armónico y simétrico, está bien trabajado y los ropajes bien representados, además de estar idealizado. Idealiza al emperador, su edad es indefinida y su cuerpo es perfecto, (se marca su musculatura a través de la coraza). Se utiliza la técnica de los paños mojados, nacida en Grecia, para resaltar la musculatura de la figura a través de la coraza.

Además la escultura cumple la función propagandística el arte romano, y le representa divinizado. Por ejemplo, podemos observar que el emperador está descalzo, (en el mundo clásico los dioses siempre se representaban descalzos), y junto a su pierna derecha se encuentra Cupido sobre un delfín, ( así se justifica su descendencia divina, de Rómulo y Remo y por lo tanto de Venus). En esta representación del emperador se unifican religión y poder político, justificando su posición y poder. La coraza es un signo de poder imperial y en ella se representan temas mitológicos y dioses que ensalzan al emperador, al pueblo romano, la Legión romana, conmemoran  las victorias de Augusto, o representan la fertilidad, la abundancia...

martes, 25 de noviembre de 2014

Pez (obra de arte paleocristiano)







Pez (ΙΧΘΥΣ). Símbolo pictórico paleocristiano
Siglos I-III d. C. etapa previa al 313 d. C. (Edicto de Milán)

La imagen seleccionada recoge en muchos aspectos las propiedades principales del arte paleocristiano. Se trata en primer lugar de una representación plenamente simbólica. El arte paleocristiano introduce un predominio del símbolo y de lo que se quiere decir por encima de la forma. En este ejemplo podemos observar una forma de dibujo muy esquemática, sencilla que expresa claramente las ideas puesto que predomina su significado. El pez fue en los primeros siglos de las comunidades cristianas, un símbolo clandestino utilizado para el reconocimiento mutuo de los cristianos ya que pez en griego es ΙΧΘΥΣ, cuyas letras son las iniciales de las palabras Iesus Christos Theou Uios Soter (Jesucristo hijo de Dios y Salvador). La utilización de estos temas es propia de la época previa al Edicto de Milán en 313 en la que se permitió el libre culto cristiano. Antes de esta fecha los cristianos sufrían graves persecuciones en el Imperio Romano y su organización y reunión era clandestina, por lo que la expresión artística de este período es discreta, simbólica y se utilizaban en muchas ocasiones elementos paganos con una acepción cristiana. En este período también debido a la fuerte represión que sufrieron los cristianos, los temas tratados son en su mayoría salvíficos y el arte cristiano nace asociado al culto de los mártires, que es de las figuras más admiradas en la tradición cristiana.

Otra de las importantes características del arte paleocristiano es que se trata de un arte profundamente religioso. Esta característica marcará las expresiones artísticas de los siglos venideros ya que el nacimiento de Cristo en el mundo supone para la historia del hombre uno de los acontecimientos más importantes razón por la cual este tema se hallará presente en la forma de expresión más humana. Es por ello que el arte paleocristiano es el puente entre el arte romano y el arte medieval.

El arte paleocristiano no inventa formas nuevas, sino que toma elementos del arte clásico dotándoles de un nuevo sentido simbólico y absteniéndose de la excesiva ornamentación, los fondos recargados y la búsqueda de la máxima belleza formal.  En características representativas en cuanto a la forma de expresión, podemos observar que recibe del arte romano el pragmatismo. Se trata de un arte que no persigue la belleza por la belleza, sino que está empapado de una búsqueda de comunicar una noticia. Encierra una finalidad evangelizadora. En su forma de expresión, el arte paleocristiano rompe con los cánones artísticos para alcanzar una máxima libertad creativa. De nuevo debido al predominio del significado de la representación sobre la forma. Además, rompe con el racionalismo matemático porque el aspecto pierde importancia frente a lo que se quiere comunicar. Se trata de un arte popular que todo el mundo puede llevar a cabo. De hecho este ejemplo, es de un signo que busca el reconocimiento entre los representantes del pueblo cristiano y todos pueden dibujarlo.











sábado, 22 de noviembre de 2014

Espinario. Escultura del período helenístico


He querido seleccionar esta imagen porque al ser propia del último período artístico del mundo griego, muestra una maduración de todas las características presentes en la escultura griega. Lo más llamativo de esta escultura es que encierra la característica fundamental del arte griego; se trata de una expresión bella en sí, sin un otro fin que el de ser contemplada por el espectador. Mientras que en otros períodos artísticos es imposible concebir una obra artística desligada de una finalidad ya sea para el culto, para transmitir un mensaje, para hacer perdurar la realidad humana, la genialidad e importancia del arte griego reside en que introduce la búsqueda de la belleza por la belleza. Al ser esta la aportación al arte más emblemática del mundo griego, he querido escoger una obra escultórica puesto que por su función representa perfectamente esta propiedad.


En anteriores períodos al helenístico, la escultura estaba sujeta a un fin de exaltar la realidad de la polis, su mitología, sus héroes, sus orígenes. Con la llegada de este último período la pérdida de la fe en la polis con la división que experimenta el mundo griego, provoca que se empiecen a tratar temas relacionados con el individuo y su tragedia. También se tratan temas cotidianos (como sucede en el caso que describimos) que ya no están al servicio de la comunidad política del hombre sino de su realidad individual. Con la expresión de este tema se culmina en la búsqueda de la belleza en sí, de expresar de forma hermosa la realidad sin una finalidad de exaltación, ni de reconocimiento, ni decorativa (ya que la escultura no está en función de decorar las estancias).

 El segundo triunfo de la escultura griega reside en la conquista de la tridimensionalidad. Observando figuras de períodos anteriores podemos observar una paulatina evolución de las posiciones hacia el plano de la profundidad. En un principio la escultura era absolutamente frontal, bidimensional, ya que la información sobre cómo era la escultura se podía obtener desde un único punto de vista. Las líneas que definían las posiciones de las estatuas se movían en el plano de la altura y la anchura y más adelante al llegar al período helenístico (y en esta escultura concretamente), la posición de las figuras juega en las tres dimensiones de anchura, altura y profundidad. Por otro lado, esta estatua presenta una maduración en otros aspectos como en el detallismo, en la representación naturalista de la posición del niño y de su cuerpo, en el alejamiento del cubismo y del hieratismo, en la expresividad del rostro y de la postura y aunque en este caso sigue vigente una representación idealista y serena de la realidad, en otros ejemplos de la escultura helenística podemos observar el reflejo de lo más dramático y feo de la vida. Esta última evolución esconde una evolución más profunda, y es la evolución de lo racional a lo más humano. Se dejan a un lado los principios de serenidad y equilibrio para introducir la propia realidad del hombre la cual no siempre es ideal.