Este relieve está situado en uno de los machones (pilares) del claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos. Pertenece al arte Románico del siglo XII.
En él podemos ver representada la escena del Evangelio que narra cómo Cristo se aparece a los Apóstoles tras haber resucitado, y deja que santo Tomás, que no creía que hubiera resucitado, le meta el dedo en las heridas. Es una temática narrativa, religiosa y didáctica. Además, está cargada de simbolismo, muy propio de las representaciones románicas, ya que los demás apóstoles, once, están representados detrás de Cristo, dando a entender que son los bienaventurados, pues creyeron en Cristo y pasan al Reino de los Cielos, mientras que santo Tomás tiene que meter el dedo en las llagas de Cristo y a través de Él llega a la salvación. Por eso está pasando por debajo del brazo de Cristo, una representación simbólica que lo identifica con una puerta.
Las figuras no están individualizadas, los apóstoles son todos iguales, sólo se identifica a santo Tomás por la acción que lleva a cabo y a Cristo por el simbolismo y por la proporción jerárquica de las figuras, ya que es mayor que los apóstoles. Las figuras son orientalizantes, alargadas y curvas, con los pies de lado, como las figuras de los mosaicos bizantinos, son hieráticas y tienden a la frontalidad. La representación no es muy naturalista, sino esquemática e intenta dar sensación de profundidad yuxtaponiendo las figuras (están unas sobre otras en lugar de taparse unas a otras). A pesar de no haber mucho detalle los pliegues de las ropas las barbas y los rostros están trabajados y las caras reflejan expresividad. La escultura va evolucionando y las representaciones pasan de una carencia absoluta de fondo a los primeros intentos de esbozar un marco escultórico, como se ve en la parte superior de este panel, donde hay una arquitectura fingida formada por un arco que enmarca la escena y detrás de él dos torres y figuras más pequeñas, aunque sin representar la profundidad. Es un paisaje yuxtapuesto, situado encima de la escena, pero no hay paisaje detrás de las figuras.
Una característica del arte Románico es el desconocimiento generalizado de los autores. La importancia de las obras residía en su contenido: el simbolismo era más importante que la forma, el autor carecía así de importancia y las obras no se solían firmar o incluso se llevaban a cabo por varios maestros, por lo que no sabemos quién fue el autor de este relieve.
Alrededor de la escena también encontramos otros elementos típicos de la decoración románica, como es el taqueado jaqués (decoración con forma de ajedrezado), que encontramos encima del panel de la Duda de Santo Tomás; o el capitel con forma de panel de abeja situado a la derecha del machón.